Capella de Ministrers
Carles Magraner
Carmina Burana
Capella de Ministrers
Carles Magraner
Carmina Burana
Canciones medievales del Códice Buranus (siglo XIII)
Viernes, 18 julio 2025
22:30 Convent de Sant Francesc
Concierto a la luz de las velas
Información
Èlia Casanova, voz
Laia Blasco, voz
Rosa García, voz
Carles Magraner, violas
Jota Martínez, zanfoña, laúd, címbalos
Eduard Navarro, cornamusa, chirimía, laúd
David Antich, flautas
Pau Ballester, percusiones
Coro:
Ignacio Lequerica, Álvaro Soto, Jose Vicente Balaguer, Mario Corberán – Tenores
Antonio Sabuco, Daniel Muñoz – Bajos
Programa
Carmina Burana
Canciones medievales del Códice Buranus (siglo XIII)
Música medieval para rebeldes sin causa
¿Qué objeto más que otros podría restituir el fermento, el entusiasmo y las contradicciones de la Edad Media de las catedrales? Para contar la historia de una época que redescubrió el pensamiento antiguo y con él las innovaciones de la ciencia a partir del enfrentamiento con la cultura islámica, y que más tarde, debido al pluralismo lingüístico y comercial generalizado, trazó fronteras en las que el extranjero era a menudo el enemigo, tal vez ese objeto podría ser uno de los manuscritos musicales más famosos del siglo XIII, el Codex Buranus. Esta colección de 250 canciones -hechas famosas por los Carmina Burana de Orff cuando las melodías originales aún eran desconocidas- consigue hablarnos de una Edad Media exuberante y violenta a la vez, cínica y apasionada, como no podríamos conocerla de otro modo. La mera idea de reunir en una enciclopedia las diferentes formas de cantar (política, sentimental, moral, de convivencia) revela la importancia del canto como instrumento de entretenimiento, así como de enseñanza y propaganda. Ni que decir tiene que aquellos fueron los años de la gran temporada trovadoresca.
Sin embargo, el Códice recoge canciones en latín, ocasionalmente en alemán, porque fue compilado en tiempos de Federico II, presumiblemente en el Tirol del Sur, en la frontera entre Italia y Alemania. El privilegio del latín sobre la lengua vernácula responde a la tensión internacional de la colección: no se trata de los entretenimientos de tal o cual corte, sino del mejor lirismo europeo que trasciende las fronteras, el concebido por autores vinculados a los círculos universitarios, deseosos de oponerse a la corrupción política, a la hipocresía religiosa y, al mismo tiempo, dispuestos a apreciar los placeres de la vida, la naturaleza y el sexo, poco antes de que el régimen inquisitorial de finales del siglo XIII, alimentado por el miedo al otro, los relegara inexorablemente a la manifestación del pecado.
Pero el interés del libro reside no sólo en ofrecer un fresco vital y realista de la época, sino en considerar la canción profana -que sólo ha existido en el momento en que se interpreta- como una creación cuya memoria puede conservarse. Hasta entonces, el único canto que siempre estaba vivo, incluso cuando no se escuchaba, era el canto litúrgico, el único que tenía sentido plasmar en la página. De los cantos profanos quizá se acostumbraba a anotar el texto en hojas que luego se dispersarían (los cancioneros trovadorescos no se recopilaban hasta el final de esa temporada), imaginar la confección de todo un libro que recogiera y organizara algo tan inasible como un canto es decir, como Fausto: «¡Attimo fermati, sei bello!». El Codex Buranus parece haber logrado esta hazaña imposible, y la historia de la música ha cambiado desde entonces.
Davide Daolmi